Los niños y adolescentes tienen una gran capacidad de regeneración ósea. Popularmente se dice que los niños son “como de goma” debido a que por más veces que se caen o se dan golpes, es difícil que se fracturen algún hueso y, si lo hacen, su proceso de curación es mucho más rápido.

FRACTURAS EN NIÑOS ¿HAY QUE PREOCUPARSE?

Existen diferentes tipos de fracturas, aunque lo que más debe preocupar tanto a los padres como a los traumatólogos es que el cartílago del crecimiento no se vea afectado. Este cartílago es el que permite que el hueso crezca y se desarrolle. El hueso crece por esas partes blandas interpuestas que permiten, por un lado, que el hueso vaya creciendo y, a su vez, que también lo haga el propio cartílago. Este es un mecanismo complejo, de carácter genético, que ayuda a que los médicos realicen sus cálculos estadísticos y sepan cuando un niño dejará de crecer. Cuando eso ocurre quiere decir que las células de este cartílago han muerto.

En cuanto a las fracturas existe una manera de clasificarlas que permite hacer un diagnóstico de la bondad de esa lesión. La inmensa mayoría de estas lesiones son benignas, ya que la fractura pasa por el sitio donde mueren las células del cartílago (se transforman en hueso), no donde nacen. Si esto no fuera así y afectara al cartílago, la fractura provocaría una desviación de la extremidad